Thursday, August 4, 2011

Miércoles de viaje... de regreso en mi casa... triste que se acabó, pero contenta de haberlo hecho

Juzgando por la primera hora de mi día de viaje, todo parecía indicar que mi racha de mala suerte en aeropuertos aun no había terminado.  Había dejado todo listo desde el día antes: las maletas hechas, el pase de abordar impreso, el taxi solicitado para las 5:30 de la mañana y el despertador programado para las 4:30.

El primer problema fue, que por hacerlo ya medio dormida, puse el despertador a las 4:30 p.m. y de pura suerte me desperté a las 5:30, la hora a la cual había planeado salir.  Me bañé y me alisté en una carrerita y bajé mi maleta de ropa y la maleta de la bici (no se como le hice, pero cupe con las dos en el elevador miniatura del edificio).  A todo esto, ya eran las 6 y por supuesto ya no había taxi esperándome afuera y pocas esperanzas de que pasara uno vacío por allí.  Además, estaba lloviendo y mi sombrilla estaba hasta el fondo de la maleta, no tenía ni tiempo ni ganas de abrirla y buscarla.

Así que dejé las maletas adentro del edificio y empecé a caminar al semáforo más cercano para ver si pasaba algún taxi vacío.  Pasaron varios, pero ocupados, así que no me quedó más remedio que esperar bajo la lluvia. No tenía celular y siguiendo las instrucciones de mi amiga, había dejado la llave adentro del apartamento.  Finalmente, después de unos 15 minutos cuando ya estaba empapada, pasó uno, le pedí que pasáramos recogiendo mis maletas al edificio y nos fuimos al aeropuerto.

Por suerte, a partir de allí todo me empezó a salir bien.  Tenía poco efectivo por lo que me había asegurado de pedir un taxi al que se le pudiera pagar con tarjeta de crédito.  Este no tenía, pero me alcanzó exacto el dinero que andaba , incluso utilicé las monedas.  Llegué a tiempo para el vuelo y no me dieron problema con el equipaje.  Volé de París a Londres para tomar el vuelo que me llevaría a Miami.  En Londres tuve que cambiar de terminal, pero el tiempo me alcanzó perfectamente e incluso logré llevar la bicicleta a que la empacaran con plástico y a reclamar la devolución de mis impuestos.

El vuelo a Miami fue largo, pero sin contratiempos, y me tocó al lado de personas "normales".  En Miami, la cola de migración estaba larguísima, pero nuevamente tuve tiempo suficiente para llegar a mi siguiente vuelo.  En ese último vuelo, me tocó un asiento vació a la par (cosa que creo da más beneficios psicológicos que reales, pero igual ayuda).

Llegué a mi casa cansada, pero tranquila, lista para dormir en mi camita.  La bici también parece haber llegado bien.  Aun no la he armado del todo, pero no se le ve daño alguno.

El viaje se acabó... me da tristeza...  pero me da una gran alegría haberlo hecho... lo repetiría, 100 veces más.

Enfrentando el miedo a (y la tristeza de) empacar...

Martes en la mañana, último día en Francia y último día de mi viaje.  No quiero que se acabe, la he pasado demasiado bien.  Pero si no tuviera fin, no lo apreciaría, y si no lo apreciaría nunca hubiera estado consiente de lo bien que la pasé.

Salí a dar una vuelta en bici, principalmente para pasar a las dos tiendas de bicicleta y preguntarles si me podián ayudar a empacarla.  En la primera me dijeron "Sorry, we don't have time for that" ("lo siento, no tenemos tiempo para eso.")  Quiero pensar que me lo dijeron pensando que yo no estaba dispuesta a pagarle por su ayuda y no simplemente porque se consideraban demasiado buenos como mecánicos para tomar "esos trabajitos".



En la segunda tienda me fue mucho mejor.  Además de que la tienda era más bonita y se veía más profesional, me dijeron que con gusto me ayudaban, que trajera la bici y la maleta como a las 4 de la tarde (no más tarde por si estaban muy llenos), que se iban a tardar 15 minutos y que me iban a cobrar 10 Euros.  Regresé feliz y mucho más tranquila.


Salí a almorzar y llegué a la casa de mi amiga a las 4 pasaditas, así que agarré la bici y la maleta rapidito y salí en dirección a la tienda.  La tienda no estaba tan lejos (unos 20 minutos en bici), el problema es que no estaba fácil irme montada en la bici con la maleta en la mano.  Realmente fue un malabar lo que tuve que hacer.  Enrollé la maleta y la mantuve así amarrándole los agarraderos (es como un maletín rectangular gigante y pesado).  Al principio la puse sobre la bici y empujé la bici, pero iba demasiado lento y además se me iba cayendo.  Probé otras opciones y al final logre colgarme la maleta del brazo (que se me ponía blanco porque entre el peso y lo apretado que quedaba el agarradero, me cortaba la circulación) y con un gran equilibrio lograba irme montada en la bici.  El problema es que la maleta me topaba en la rodilla, entonces podia pedalear poco y despacio.  Cuando iba en bajada no había problema, pero las subidas eran imposibles.  Por ratos iba en la acera y por ratos en la calle, dependiendo adonde hubiera menos tráfico.  Y luego habían partes en las que mejor me bajaba porque ninguna de las dos opciones eran buenas.  No dudo que le pegué a más de algún peatón inocente y estoy segura que me pasé llevando el espejo de un carro, pero por lo menos la bici, el maletín y yo llegamos a salvo y a tiempo.  (Eso si, llegué bien acalorada, sudada, llena de grasa de la cadena de la bici, adolorida y bien, bien cansada.)


En la tienda me la recibieron inmediatamente y me dijeron que regresara en quince minutos.  Me fui a dar una vuelta por las calles de la isla y cuando regresé media hora después ya estaba lista y hasta le habían puesto de esos protectores de plástico con aire adentro.  


Salir de la tienda fue otra odisea.  Los taxistas en Francia tienen algo en contra de los ciclistas, razón por la cual tuve que hacer los malabares para llegar a la tienda.  Pero en el regreso, como ya iba empacada, asumí que no iba a haber problema, ni siquiera iban a saber que era bicicleta.  Saliendo de la tienda, vi un taxi vació en el semáforo de la esquina.  Le hice la parada, me vio y se hizo a un lado para que yo me subiera.  Pero cuando calló en la cuente que si iba saliendo de la tienda lo que llevaba en el maletín era una bici, al acercarme me dijo "sorry, I can´t".


Me quedé un rato en la esquina y pasaron un varios de taxis, pero todos llenos.  Entonces me puse la maleta en el hombro (como cartera) y empecé a caminar hacia una calle más transitada.  Me crucé el puente para salir de la isla y caminé hasta el siguiente semáforo.  Si la maleta sola es pesada, ya con la bici adentro es un buen bulto (calculo por lo menos unas 30 libras).  En ese semáforo por fin pasó un taxi, me ayudó a subir la maleta y cuando la sintió tan pesada me preguntó, medio en francés y medio en inglés, que que llevaba.  Yo le sonreí, me hice la pasmada y que no entendía y no le contesté nada... ya se me hacía que este tampoco me llevaba!



Wednesday, August 3, 2011

Un día entero en París... Y un poco de tiempo para pedalear

Después de pedalear 300 millas de Londres a París, esperaba quedar sin ganas de voltear a ver mi bicicleta por un rato. Pero como el domingo había descansado y en Londres me había ido tan bien turisteando en bicicleta, decidí hacer lo mismo en París.

Salí como a las 8 de la mañana, cuando todavía no habían ni muchos turistas ni muchos carros. Me estoy quedando mas o menos a la altura del Louvre pero del otro lado del río. De allí, salí en dirección a la Torre Eiffel. La admiré, le di una vuelta, pase por debajo y me cruce el puente que esta en frente. Seguir recto hasta el Arco del Triunfo y baje por la Champs Elysee hasta el Colonnade. (El Champs Elysee no es la mejor calle para andar en bici porque no es liza, francamente no me explico como es que los ciclistas del Tour de France lograr pedalear tan rápido allí.) Pase al lado del Louvre y seguí hasta la Iglesia de Notre Dame. No pude entrar a la Iglesia porque andaba con la bicicleta, pero tuve chance de admirarla sin mucha gente alrededor. Después me crucé el puente a la Isla que esta detrás de Norte Dame. La isla tiene una calle llena de cafés, restaurantes y boutiques. Aunque a esa hora la mayoría estaban cerrados, encontré un cafecito adonde me sente a desayunar: fruta, baguette con jalea y un capuccino.

Allí en esa isla, de casualidad me encontré una tienda de bicis que se veía mucho mejor que la que había identificado antes. Eso me dio muchísima tranquilidad porque así ya tendría dos opciones adonde pedir ayuda empacando.

Regrese a dejar la bici y a arreglarme y salí a seguir turisteando a pie. Esperando evitar muchas colas, empecé por el Museo del Louvre. No tuve que hacer mucha cola, pero adentro estaba llenisimo y hacia calor. Había tanta gente que se volvía difícil ver detenidamente las obras.

Cuando termine, fui a comprar algo de comer a un cafecito cerca del Champs Elysee y me fui a almorzar en una banca de un parquecito mientras leia la guía turística y definía que hacer después. Estando en París, no me podía dejar de tomar un capuccino mas, el cual que me tome en otro café mientras veía pasar gente.

Después me fui en Metro hasta la Iglesia de Notre Dame. Esta vez si entre y quizás me pareció aun mas increíble de adentro que de afuera.

Me acoste un poco triste que el día siguiente era mi ultimo día y sobretodo preocupada por la empacada de la bici.


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Tuesday, August 2, 2011

Despedirme de mis nuevos amigos

Después de la celebración, el domingo todos nos despertamos como a las 9:30. Todavía estábamos medio cansados, pero queríamos llegar a tiempo al desayuno que cerraba a las 10 am.

Ese día, cada ciclista había hecho planes distintos. Lo único que requerían los organizadores era que todos estuvieran en la estacion de tren a las 4 pm para regresarse a Londres (yo ya les había dicho que no me esperaran).

Yo hice planes con algunas de las otras niñas de ir a Montparnasse, ir a ver la Sacre Coeur y caminar y almorzar por allí. Pasamos el rato platicando y riendonos de todas las aventuras que habíamos pasado en los últimos días.

A las 4, las acompañé hasta la estacion de tren y me despedí de ellas. También logre despedirme de algunos otros del grupo que estaban llegando. A pesar del poco tiempo que tenia de conocerlos, no me faltaron las ganas de llorar y hasta se me humedecieron un poco los ojos. Me sentía triste de dejar a estos nuevos amigos, de ya no formar parte del grupo y de que se me estuviera terminando este viaje que tanto había planeado, preparado y gozado.

Fui al hotel a recoger mi maleta y mi bicicleta para llevarlas adonde mi amiga con la que me iba a quedar. Llegar no fue fácil. A pesar que en el hotel me ayudaron a conseguir un taxi grande (una van), el taxista no me quería llevar con todo y bici. Después de rogarle un poco, lo convenci, pero me toco aguantar su manejada agresiva y sufrir porque sentía que mi bici iba rebotando en el baúl.

La bici llego bien y la subí, junto a mis demás cosas, al apartamento de mi amiga.

Mas tarde me fui a conocer el Champs Elysee sin Tour de France, como realmente es.... Sin fiesta...


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