El jueves, todavía en México, empujé la bici, con la llanta pacha, hasta la tienda para que me la repararan. Me tomó más tiempo de lo que esperaba. No porque el cambio de tubo sea complicado, si no porque el señor de la tienda llegó 45 minutos más tarde lo que indicaba el rótulo en la puerta. Una vez abrió, el cambio de tubo no fue problema, pero con los zapatos no tuve la misma suerte. Ni siquiera la talla más grande de las dos que había pedido me consiguieran, me quedó. Salí un poco frustrada y para quitarme la frustración, me fui a dar una vuelta en bici, la cual disfruté mucho más que el día anterior porque ya me sentía más cómoda pedaleando en el tráfico de la ciudad de México.
En la tarde, busqué zapatos en otras dos tiendas, pero tampoco encontré un par que me gustara. Esa noche, mi hermano regresó de la oficina en una bicicleta prestada, la cual tenía que devolver el día siguiente. Eso quería decir que nuevamente dejaría su bici en el apartamento y por lo tanto estaría disponible para mi el viernes. Era mi último día en México, así que fui hasta el parque que más me había gustado y di varias vueltas entre los caminadores de perros, niños jugando y parejas de novios.
Antes de irme a México, había tenido que devolver la bici de ruta que era prestada, por lo que desde entonces he estado entrenando en el rodillo con mi bici de montaña. Pero ahora que estoy a solo unos días de que me quiten el yeso, necesito conseguir otra bici para entrenar y para llevarme al viaje.
El sábado fui a comprarle un casco a mi mamá como regalo de cumpleaños. (Mi mamá también en ciclista, pero hace unos meses tuvo un accidente en el cual, además de sufrir algunas lesiones físicas, se le quebró su casco. Ahora ya está lista para volver a pedalear, por lo que necesitaba un casco nuevo.)
Aproveche la visita a Bicimania para comprarme mi cleats (encontré unos que me quedaron y estaban muchísimo más baratos que en México... una prueba más de que por algo pasan las cosas) y también para ver bicis. Por supuesto que hay de todos los niveles, las de aluminio, las de carbón y las que valen lo mismo que un carro pequeño (y que ni se me cruza por la mente comprar.) Estando allí, llegué a la conclusión que podía invertir un poco más en la bici y llevármela a la Universidad (a Los Ángeles), en vez de comprar otra allá.
Me enamoré de una bici en particular, pero el precio era un poco "matapasiones". Después me fui a ver una bici usada que, comparada a la otra, es un modelo superior con un precio menor, pero con el riesgo de que es usada y no soy lo suficiente conocedora para evaluar su estado real.
Por el momento, estoy haciendo un poco más de investigación sobre cada modelo para poderme decidir antes del finde que me quiten el yeso...
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