Cuando llegué ahora en la mañana, Raba estaba hablando con su antiguo entrenador, pidiéndole sugerencias para mi entreno de hoy. "Buenos días. ¡Hoy toca plano! Lista?"
Estiramos un poquito y empezamos a pedalear. Primero calentamos, con la bicicleta suelta para darle chance a las piernas de despertarse. Mientras lo hacíamos, Raba me explicó el ejercicio de hoy: circuito en la ratonera de Santa Elena. Desde el redondel Orden de Malta, hasta el retorno de la Farmacia San Nicolás; en la ida un sprint a velocidad y en el regreso recuperación (bicicleta suelta y poca velocidad).
Hicimos seis o siete circuitos, cada uno más rápido que el anterior. Cada circuito era un reto diferente: "no deje que Jairo se le escape" (Jairo está entrenando con nosotros desde ayer y la verdad es que se escapó todas las veces!), "alcance a esos que van adelante" (eso si lo logré!), "desde el principio con velocidad", "parada en la subida".
Pero el reto más grande era hacer todo eso con el dolor de piernas consecuencias de la escalada de ayer. Me daba la impresión que mi cuerpo exageraba un poco como para disuadirme de pedalear en subida. Sentía el circuito bastante más duro que en veces anteriores.
Y lo de "plano" que Raba me aseguró al principio sin duda era relativo. La calle del Orden de Malta a la Farmacia no es exactamente plana; la inclinación no es tanta, pero si es una subida tendida, larga (no soy exagerada, lo que pasa es que en carro no se siente!).
Para mañana, además de entrenar, quedé en ir a meterme al taller de bicis y aprender a cambiar un tubo en caso se me pinche, a armar y desarmar la bici para el viaje y a empacarla en la valija. Me da un poco de pena admitir que no aun no he aprendido, especialmente el cambio de tubo. Pero lo bueno es que a partir de mañana, me quito la pena.
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