El sábado definitivamente no salimos a pedalear temprano, pero también lo disfruté muchísimo. Tres de mis roommates y yo fuimos a San Francisco a hacer la vuelta que mencioné en mi post anterior. Manejamos un poco más de una hora, nos parqueamos en una playa pública en la ciudad y empezamos a pedalear hacia el Golden Gate Bridge.
Pasar el puente es una experiencia linda. Uno se siente chiquitito junto a la estructura roja y la vista es espectacular. Definitivamente no es buena idea andar rápido, hay demasiados turistas distraídos y niños, pero por lo menos eso lo obliga a uno a detenerse y admirar el lugar.
Después del puente, descendimos hacia Sausalito, un pueblito turístico en la bahía y continuamos hacia Tiburón. Tiburón también es un pueblito turístico, pero generalmente esta menos lleno y, a mi criterio, es más bonito. Almorzamos en Tiburón y luego regresamos por el mismo camino.
Paramos a reagruparnos en una intersección a media subida de regreso al puente. Yo fui la tercera en llegar, Scott estaba detrás mío. Esperamos unos 10 minutos y Scott no llegaba. Finalmente, lo vimos a lo lejos empujando su bicicleta. Cuando se acercó nos dimos cuenta que traía en la mano la cadena de su bici!
Por suerte, Ernie, que desde niño ha ayudado en la tienda de bicicletas de sus papás, tenía la herramienta adecuada y, sobre todo, la habilidad para repararla (yo, aunque hubiera tenido la herramienta, no hubiera tenido idea como arreglarla). El arreglo no fue perfecto, pero por lo menos permitió a Scott llegar hasta arriba, cruzar el puente y regresar al carro. No hubiera sido nada divertido verlo empujar la bicicleta toda esa distancia.
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