Sunday, August 12, 2012

Que día: Compré Terreno y me Perdí

No me podía ir de Morgan Hill sin comprar terreno. Era de esperarse que este fin de semana, mi último, iba a pasar.

Para los que no conocen la frase, se dice “comprar terreno” cuando alguien se cae. (Aunque me encantaría, desafortunadamente no estoy realmente invirtiendo en un terreno en Morgan Hill).

Desde temprano, el día empezó complicado. Tres de mis roommates y yo habíamos planeado ir a andar en bici de montaña en la mañana. Además de levantarnos tarde, cuando sacamos la bici de Anna, vimos que tenía llanta pacha. Ella no tenía tubo a la mano, así es que tuvo que ponerle parche, lo cual tomó tiempo. Luego sacamos mi bici, y también tenía llanta pacha (pero yo si tenía tubo, así que arreglarla fue más rápido). Finalmente salimos, pasamos a comprar tubos y nos dirigimos a Saratoga.

Llevábamos como 10 minutos de haber empezado el trayecto, cuando sucedió. La verdad la vi venir. Había una pedazo con bastantes piedras y raíces. Sabía que iba a ser difícil, pero decidí intentarlo de todas formas. Me concentré y pasé la primera parte sin problema, pero no alcancé a recuperarme para lo que venía después. La llanta de enfrente se trabó en una raiz y salí volando.

Me recuerdo que mientras caía vi una piedra grandota enfrente mío y pensé “la cara”. Por suerte alcancé a poner las manos y terminé con solamente unos cuantos raspones en las piernas y el brazo. Los demás se asustaron, pues me vieron tirada en el suelo, con la bici encima y abrazando la piedra. Les grité que no se preocuparan, pero que porfa me ayudaran a desenredarme de la bici.

Continuamos el trayecto y todo iba bien hasta que empezamos el regreso al carro. Mi bici, a causa de la caída, estaba haciendo un ruido raro, así es que me quedé un poco atrás tratando de arreglarla. No iba tan atrás, pero llegué a un punto donde se dividía el camino y tomé el equivocado. Eventualmente llegué a la carretera. Empecé a ir en la dirección que me sonaba más lógica, pero después de un rato decidí detenerme a preguntarle a un camión que estaba a la orilla de la calle.

Me dijo como llegar al carro, pues me pareció que eso sería lo más lógico. Le di las gracias y cuando ya me iba me dijo “por casualidad andas con otras niñas? he estado escuchando unos gritos que al principio sonaban como ‘help’, pero creo que más bien es ‘Michelle’”.

“No me llamo Michelle, pero creo que si son para mi los gritos.”

Traté de gritar de regreso y el me ayudó chiflando, pero el viento estaba soplando hacia nosotros y no logramos que nos respondieran.

Nuevamente, opté por dirigirme al carro y le pedí al señor del camión que si los veía que les dijera que me encontraran allí. A medio camino escuché gritos otra vez y unos metros después encontré una camino que me pareció conocido. Me metí y le pregunté a la primera persona que vi si había escuchado a alguien gritando. Me dijo que lo acababa de detener un grupo que andaba buscando a alguien.

Me dijo hacia donde ir y pronto los encontré. Al verme, me abrazaron. Habían estado preocupados, me habían buscando y tenían miedo que me hubiera caído nuevamente.

Por suerte, solo fueron sustos y nada más.


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